![]() lla y perturbadora historia de vampiros dirigida por el realizador sueco Tomas Alfredson, "Déjame entrar" une terror y candor mediante una fotografía sencilla y cargada de poesía, llevando la fantasía sobrenatural a la vida cotidiana. Esta historia basada en la novela de John Aqvide Lindqvist (1968) tiene lugar en un suburbio de Estocolmo a inicios de los 1980 y sus dos personajes principales son Oskar y Eli: él, un angelito solitario maltratado por sus compañeros de colegio; ella, una vampiresa encarnada en cuerpecito de niña pre-adolescente. A medida que transcurre el film, se aclara el rompecabezas de sangrientos asesinatos ocurridos en la pequeña localidad de Blackeberg, se resuelve un espantoso caso de bullying escolar y, en paralelo, estos dos niños se convierten en amigos, luego en amantes y más adelante en cómplices fugitivos. Lo estremecedor en esta historia es advertir cómo el afecto que los enlaza se sostiene sobre la carencia, el abandono y la precariedad, dentro de una relación de amor que sólo aflora cuando dejamos entrar a nuestras vidas a la propia muerte. ¿Y cómo no ver en Eli, esta extraña niña aparecida de quién sabe dónde, una metáfora del extranjero, del inmigrante, del "otro" que contagia la pureza de Occidente con su mordida carnicera? El vampiro es un icono ambiguo: poderoso y volátil, es la metáfora misma del amor erótico. En "Déjame entrar", la supuesta inocencia de este sentimiento es tronchada y puesta a desangrar sobre la nieve, pero su corazón vampírico queda palpitando entre nuestras manos entumecidas de frío y de horror. Los comentarios están cerrados.
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Carolina Benavente MoralesEn este blog entrego informaciones sobre mis actividades y de vez en cuando publico textos breves. Archivos
Marzo 2023
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